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martes, 27 de agosto de 2019

Redes sociales

Hace tiempo que no escribo ningún post pero hoy me he parado a pensar sobre el uso que hacemos de las redes sociales y de los pros y contras que tienen. Esto ha surgido a raíz de que un usuario de Snapchat que conocía desde hace tiempo me dijo que iba a usar la aplicación con menos regularidad por un artículo que había leído sobre que las redes sociales producían soledad y depresión en las personas.




Esto que me dijo me hizo reflexionar sobre que ganamos y que perdemos con las redes sociales. En parte nos ayudan a descubrir a gente nueva, incluso llegar a descubrir el amor de nuestra vida, a estar en contacto con personas que están lejos para saber que pasa en sus vidas, o simplemente poder seguir y saber que hacen o donde están nuestros actores o influencers favoritos.



Pero luego tienen su parte mala. Cambian nuestro estilo de vida, nuestra conducta, nuestra forma de actuar. La gente que nacimos antes del 2001-2002 aún recordamos esos días en que ibas al parque o en general a la calle con los amigos y los móviles se usaban simplemente para llamar, no como hoy en día que pasamos a usar miles de aplicaciones para comunicarnos porque son más rápidas, sencillas y aún por encima la mayoría gratuitas. Nuestros entretenimientos antes eran totalmente diferentes, ahora muchos de ellos, por no decir la mayoría, tienen de una forma u otra relación con los móviles.




 Los niños cada vez empiezan a acceder a Internet desde edades más tempranas, todos hemos vistos alguna vez incluso a bebes con tablets, pero no todo en Internet es de color de rosa. Las redes sociales al mismo tiempo que parece que nos acercan los unos a los otros también nos aíslan. Nuestras relaciones personales con familiares o amigos han pasado a ser más débiles, e incluso nos hemos alejado de gente a la que antes teníamos mucho aprecio todo por culpa de las tecnologías.


 Salimos menos de casa porque en casa nos sentimos conectados con el exterior, más cómodos, no necesitamos interactuar con otras personas para enterarnos de las noticias. Al fin y al cabo nuestras habilidades sociales han empeorado estrepitosamente porque involuntariamente nos sentimos más cómodos hablando por Internet con nuestros amigos o conocidos que cara a cara. Al hablar cara a cara con otra persona puedes ver como reacciona, como se expresa, y al fin y al cabo empatizas con ella en la conversación. Por Internet nuestra mente actúa de forma diferente, generalmente actúa de forma más extrovertida porque estamos ocultos tras una pantalla y los problemas nos suelen parecer menos graves o afectar menos que cuando los vemos en persona.





Últimamente las redes sociales también se usan para aparentar, intentar mostrar un estatus social alto y querer ganar "followers" para sentirse importante o querido. Muchas personas actúan de una forma hipócrita en las redes sociales motivados por intentar caer bien a la mayor gente posible apoyando movimientos ecologistas, feministas o políticos cuando luego en la realidad cometen actos contrarios a lo que expresan por las redes.

 Esa necesidad de estar todo el día pegados al móvil para comunicarnos o informarnos también nos produce soledad, pongamos un ejemplo:

Tus amigos van al cine y tu no puedes ir porque ese día tienes cita en el dentista, ves que suben stories a Instagram todos juntos pasándolo genial y al verlas te recubre el cuerpo una sensación de soledad tremenda, a todos nos ha pasado alguna vez. Una sensación de querer haber estado en un sitio pero no poder por motivos propios o externos.


Esta soledad puede llegar a veces a causar depresión y en casos diferentes al del ejemplo puede ser causada por el nuevo cyberbullying, llegando a provocar problemas de salud mental sobre todo en los más jóvenes. Hay un tema que tristemente es muy grave estos días, la salud mental, y al que la mayor parte de esta sociedad no le da la importancia que realmente tiene.



En conclusión, las redes sociales son una herramienta muy buena y útil para comunicarnos y ampliar nuestras amistades, pero debemos usarlas con cierta cautela y no convertirlas en un vicio. Como consejo personal creo que no podemos vivir enganchados a una pantalla todo el día: hay que intentar salir a la calle, no perder las antiguas costumbres y relacionarnos con la gente siendo nosotros mismos.

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